Esperar ansioso el día en que apareciera la revista. Correr al kiosco a comprarla. Regresar a casa triste porque no había llegado el camión que la distribuía. Volver dos horas más tarde. Verla de lejos exhibida entre muchas otras por reconocer su portada y diseño. Tenerla entre las manos y sentir el olor a papel nuevo. Volver a casa emocionado, ojeándola página por página. Descubrir cómo seguían las historietas y relatos que durante una semana habían quedado en suspenso. Encontrarse con un nuevo capítulo de Tunga y detenerse a mitad de cuadra para leer cómo se las había arreglaba para zafar de los tantos problemas que tenían los hombres y las mujeres en la Prehistoria.
Eso, y más, significaron para muchos la lectura de revistas infantiles. Los tiempos han cambiado y no quiero decir que para bien o para mal. Pero el privilegio de sentir que tu corazón latía con más fuerza cuando te reencontrabas con tu amada revista coleccionable sigue siendo entre lo mejorcito de mi inocente infancia de niño pueblerino y fantasía intergaláctica.
Otra emocionante historia de Tunga, del dibujante belga Édouard Aidans (1930).
Fue originalmente publicada en la revista francesa Tintin. Se trata de la séptima aventura del ghmour que publicó Mampato y que tiene la misma numeración que en su versión en francés. Probablemente sea ésta una de las pocas series franco-belgas publicadas en el mismo orden de aparición de sus originales en francés.
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