El hombre de las cavernas pintaba con los pigmentos que tenía a mano, sin rituales


Las pinturas rupestres analizadas. La composición de las pinturas rupestres no cambió en miles de años



La composición de la pintura en la Prehistoria no cambió en miles de años y, en contra de lo que se creía hasta ahora, en su elaboración no había rituales especiales ni connotaciones culturales, según concluye el estudio publicado en Journal of Archaeological Science de un equipo con participación de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Los investigadores han llegado a estas conclusiones tras analizar dos figuras rupestres de abrigos rocosos situados en el conjunto de Minateda en Hellín (Albacete), de estilos diferentes y separadas por varios milenios en el tiempo.
La primera de las figuras analizadas es un bóvido perteneciente al arte levantino practicado por los cazadores-recolectores nómadas que poblaron la Península hace unos 10.000 años. La segunda, un cuadrúpedo, es de estilo esquemático, desarrollado por los primeros productores, agricultores y ganaderos que vivieron en la zona hace entre 6.500 y 3.500 años.
El primer estilo se caracteriza por el naturalismo de sus formas y escenas, mientras que el segundo esquematiza sus motivos, llegando a veces, incluso, a la abstracción.
Para elaborar las pinturas, los artistas usaron óxidos de hierro y terrígenos, materiales fácilmente localizables en el entorno de los abrigos analizados: el Abrigo Grande de Minateda, el más emblemático para definir el origen y la evolución del arte rupestre del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica, y el Abrigo del Barranco de la Mortaja.
«Las composiciones de los pigmentos empleados en ambos estilos, separados por varios milenios en el tiempo, son idénticas, lo que significa que los artistas no acudieron a recetas intencionadas, como se creía hasta ahora, sino que se trata de materia pigmentante abundante y de buena calidad que era fácil de obtener en los alrededores», indica Alberto Jorge, investigador del CSIC en el Museo Nacional de Ciencias Naturales.

Las tres capas estratigráficas, cuestionadas

Otra de las conclusiones del trabajo tiene implicaciones en la metodología de la investigación de los pigmentos del arte rupestre al aire libre. La aparición de oxalato cálcico demostraría que el pigmento y el soporte se fusionaron con la capa exterior con el paso de los siglos.
«Este resultado cuestionaría los estudios realizados hasta ahora basados en distinguir tres capas estratigráficas -soporte rocoso, pintura y pátina externa-, ya que estas se ven fusionadas y alteradas continuamente, lo cual introduce un acusado factor aleatorio en las dataciones», explica Jorge.
Los investigadores también han detectado la presencia de determinados ácidos grasos, lo que indicaría que los pigmentos, al ser procesados, aplicados o almacenados, pudieron estar en contacto con pieles de animales.
«De ahora en adelante hay que ser muy prudentes al hablar de rituales en la elaboración de los pigmentos, ya que estas interpretaciones surgieron al hallar en el pigmento sustancias como los fosfatos cálcicos, interpretados como huesos calcinados y triturados», agrega el investigador.
Sin embargo, «estas extrapolaciones no son correctas, ya que estas sustancias las encontramos también en el propio sustrato rocoso», advierte.
El trabajo ha contado con la participación de investigadores de la UNED, la Universidad de Huelva y el Instituto de Patrimonio Cultural de España y con la colaboración del Museo de Hellín y la Junta de Castilla-La Mancha.
En él se han combinado por primera vez cuatro técnicas complementarias: la microfotografía, microscopía electrónica de barrido y microanálisis de energía dispersiva por rayos X, microespectroscopía Raman y cromatografía de gases.



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